Filipo II de Macedonia: El Arquitecto del Imperio de Alejandro
Durante el siglo IV a.C., Macedonia era vista como una región periférica, alejada del esplendor cultural de Atenas o del poderío militar de Esparta.
Durante el siglo IV a.C., Macedonia era vista como una región periférica, alejada del esplendor cultural de Atenas o del poderío militar de Esparta. Considerada por muchos griegos como una tierra de bárbaros, carecía del refinamiento de las polis del sur. Sin embargo, esta percepción cambiaría drásticamente con la llegada de Filipo II, un monarca cuya astucia y visión transformaron a Macedonia en la fuerza dominante del mundo helénico.
Filipo no solo consolidó el poder dentro de sus propias fronteras, sino que también sentó las bases para la unificación de Grecia bajo el liderazgo macedonio. En un contexto de rivalidades interminables entre las ciudades-estado, su figura emergió como la de un estratega implacable, capaz de manipular la diplomacia con la misma destreza con la que conducía sus ejércitos en el campo de batalla.
El reinado de Filipo representó un punto de inflexión. Sus reformas militares, alianzas políticas y conquistas no fueron meros logros personales, sino la preparación de un escenario en el que su hijo, Alejandro, ampliaría las fronteras macedonias hasta los confines del mundo conocido.
Sin la labor de Filipo, las campañas de Alejandro no habrían tenido el mismo éxito, pues fue su padre quien construyó la máquina militar que haría posible tales hazañas…
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